lunes, 15 de octubre de 2012

Bienvenido a casa, Roque Cordero

por ALICIA MON CHAMBERS

(Artículo aparecido en el diario La Prensa por motivo de la repatriación de los restos de Roque Cordero)
 
 
El recuerdo del maestro Roque Cordero, considerado uno de los compositores panameños más eminentes, se encuentra más presente que nunca entre los vecinos de Bethania –barrio en el que vivió gran parte de su vida– y en miembros de la cúpula cultural del país.
 
Dichas evocaciones tienen una razón y un por qué: sus restos serán traídos a Panamá, país que lo vio nacer en 1917, desde Ohio, Estados Unidos (EU), lugar donde vivió hasta su muerte en 2008.
A pesar de residir por largo tiempo en EU, Cordero deseó ser enterrado en su país como una de sus últimas voluntades y, desde hace un año, su familia tomó la decisión de traer los restos. “El proceso ha sido un poco complicado y hace un año decidimos tratar de coincidir con el 95 aniversario de su natalicio el 16 de agosto”, dice Rogelio Cordero, hijo del compositor.
Por motivo de su regreso y de su aniversario, este 16 de agosto se oficiará una misa de entierro abierta al público en la capilla del Jardín de Paz, a las 9:00 a.m.
“Esperamos que todas las personas cercanas, además de la familia, tengan la oportunidad de despedirse de quien fue, es y seguirá siendo siempre un orgullo nacional”, afirma Cordero.
Igualmente, el 17 de agosto la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el maestro Jorge Ledezma Bradley, realizará un concierto gratuito en el Teatro Nacional a las 8:00 p.m., en el que se interpretará “una selección de sus obras que más se interpretaban, que más le gustaban a su familia y que mayor significado tenían para Panamá”, comenta Ledezma Bradley, y detalla que la selección de piezas la realizó junto a la familia del compositor.
“Contacté al maestro Ledezma Bradley hace unos meses, y mostró gran entusiasmo. Incluso, fue él quien propuso el concierto in memóriam para mi padre”, relata Cordero.
ALICIA MON CHAMBERS
La Prensa, Panamá, agosto 2012

sábado, 13 de octubre de 2012

ROQUE CORDERO por Felipe Argote

En este país, donde las calles y avenidas están llenas de nombres de quienes hicieron poco o nada por Panamá, donde se le yerguen grandes monumentos a políticos, a militares y a otros individuos con similares apellidos, muy pocos conocen el nombre de Roque Cordero.

Este panameño es la mayor razón por la que se conoce el nombre de nuestro país en el ambiente musical clásico internacional, tanto por su larga trayectoria como por sus escritos, especialmente el curso de solfeo utilizado en la universidades de Panamá, Puerto Rico, México y Venezuela.




Roque Cordero nació en la ciudad de Panamá en 1917. Fue un autodidacta hasta su mayoría de edad, cuando ante su evidente genialidad musical fue atendido por Máximo Arrates Boza en el colegio Artes y Oficio y luego por Pedro Rebolledo y Herbert de Castro en el Conservatorio Nacional.

Este último lo presentó al pianista Myrion Sheaffer de paso por Panamá, quien viendo su talento innato le tramitó una beca para hacer estudios de educación musical en la universidad de Minnesota en 1943 por nueve meses.

Allí pasó a tomar clases de composición con el maestro austriaco Ernst Krenek en la universidad de Hamline. Obtuvo el bachellor of Art con suma Cum Laude. Luego estudia dirección de orquesta con Dimitri Mitropoulus quien se convierte en su tutor y mecenas. En su honor Roque le pone el nombre de Dimitri a su primer hijo. Más tarde recibe la beca Guggenheim otorgada a los mejores artistas.

Obtuvo diversas condecoraciones: el Premio Caro Boesi, del Festival Interamericano de Caracas por su Segunda Sinfonía y el Premio Internacional Koussevitzky para grabaciones, por el registro de su Concierto para violín y orquesta.

Regresó a Panamá para ocupar la posición de Director del Conservatorio Nacional y director de la orquesta sinfónica, para nuevamente trasladarse al extranjero donde llego a ocupar hasta su retiro la cátedra de composición musical de la universidad de Illinois. A su retiro fue declarado profesor distinguido emérito de esta universidad.

Es el autor mas distinguido y prolífico que haya nacido en Panamá y a pesar de, cómo dijo en una entrevista en 1971,”tuve que irme con mi música a otra parte” siempre en sus composiciones musicales tuvo presente sus raíces. Prueba de ellos son sus composiciones para orquesta Capricho Interiorano (1939); Obertura Panameña N° 2 (1944); Rapsodia Campesina (1953),

Otras composiciones incluyen:

Adagio Trágico para orquesta de cuerdas (1955), Sinfonía N° 2 (1956); Cinco Mensajes Breves (1959), Sinfonía con un Tema y Cinco Variaciones, N° 3 (1965); Elegía para orquesta de cuerdas (1973); Momentum Júbilo (l973); Seis Móviles (1975); Sinfonía N° 4, panameña, (1986), Fantasía Jubilosa (1994); Tributo Sinfónico a un Centenario (1997), entre otras.

 Para solista y orquesta ha compuesto: Concierto para piano en mi menor (1944); Mensaje Fúnebre para clarinete solo y orquesta de cuerdas (1961); Concierto para violín (1962); Concertino para viola y orquesta de cuerda (1968); Concierto N° 2 para piano y orquesta (2001). Para piano, cabe mencionar, Preludio para la Cuna Vacía (1943); Nostalgia (1943); Sonatina Rítmica (1943); Nueve Preludios (1947); Sonata Breve (1966); Cinco Nuevos Preludios (1983); Sonata (1985); Tres Meditaciones Poéticas (1995); etc. Para dos pianos: Rapsodia (1945); Dúo 1954 (1954) ; Para piano y violín: Dos Piezas Cortas (1945); Sonatina (1946); Doble Concierto sin orquesta, para violín y piano (1978), etc. Música de Cámara: 4 Cuartetos de Cuerdas (1960, 1968, 1973 y 1983); Danza en forma de Fuga, para cuarteto de cuerdas (1943); Quinteto para piano, violín, violonchelo, flauta y clarinete (1949); Mensaje Breve, para flauta, oboe, clarinete y fagot (1957); Mensaje Breve para clarinete y fagot (1958); Tres Mensajes Breves para viola y piano (1966); Circunvoluciones y Móviles para 57 instrumentistas (1967); Permutaciones 7, para clarinete, trompeta, timbales, violín, viola, contrabajo y piano (1967); Paz, Paix, Peace, para cuatro tríos y arpa (1969); Soliloquios N° 1 para flauta sola (1975); Variaciones y Tema para cinco, para quinteto de maderas (1975); Soliloquios N° 2 para saxofón solo (1976); Soliloquios N° 3 para clarinete solo; Dúo para Oboe y Fagot (1996); Tres Veces 13, para arpa (1997).

Otras obras instrumentales de Roque Cordero son Música Veinte; Tres Permutaciones para violín, violonchelo y contrabajo; Nocturno poético del Río Min, para flautas, clarinete bajo, marimba y percusión (1981); Soliloquios N° 4 para percusión (1981); Soliloquios N° 5 para contrabajo solo (1981); Soliloquios N° 6 para violonchelo solo (1992); Sonata para violonchelo (1963); Música para Cinco Metales (1980); Tres Miniminiaturas para flauta y clarinete (1985); Dodecaconcerto (1990); Cuatro mensajes para flautas y piano (1991); etc., Para coro: Salmo 113 para coro a capella (1944); Patria (1944); Sensemayá, para coro mixto y tambor (1950); Canon N° 1 para coro a capella (1961); Dos Pequeñas Piezas Corales (1966) y Música para el film panameño An Mar Tule (1971)

En 1966 la Universidad de Hamline le otorgó un Doctorado Honoris Causa. Murió en 2008 a la edad de 91 años.

 
Tomado del Blog de Felipe Argote

 

viernes, 12 de octubre de 2012

¡Roque Cordero, Compositor Panameño, Regresa a su Tierra Natal!

El cuerpo del ilustre músico y compositor panameño, Roque Cordero, ha sido trasladado desde los Estados Unidos, donde residía, a suelo patrio.  El maestro falleció el 27 de diciembre de 2008. Las honras fúnebres se efectuaron en el Jardín de Paz, ciudad de Panamá, el día jueves 16 de agosto de 2012, en el 95º aniversario de su natalicio.
 
En su honor, la Orquesta Sinfónica Nacional ofreció al día siguiente un concierto  In Memoriam en el Teatro Nacional con música del Maestro Cordero. El programa incluyó las siguientes piezas: "Adagio Trágico" (1955), "Danza en forma de Fuga" (1958), "Capricho Interiorano" (1939) y la "Cuarta Sinfonía" (1986).

 
Breves datos biográficos:





El Maestro Roque Cordero nació el 16 de agosto de 1917 en el seno de una familia humilde, durante una época durante la cual no había programas de música en las escuelas públicas, ni existía el Conservatorio Nacional de Música* y mucho menos la Orquesta Sinfónica Nacional.

Durante su juventud se dedicó, como muchos de sus compañeros a estudiar y a trabajar a la vez. Habiendo enfermado su padre quien era el único sostén familiar, se vio obligado a desempeñar trabajos penosos para contribuir a la maltrecha economía del hogar. Entre estos trabajos estuvo el de "aguatero" o  sea cargar agua y distribuirla a los aviadores en el aeropuerto de Paitilla (eran los primeros años de la aviación en Panamá y todo era rudimentario). También por breve espacio de tiempo trabajó arreando cerdos al matadero, siendo él aún un niño.
 
Durante esos años tan difíciles, empezó sus estudios de plomería en la escuela vocacional de Artes y Oficios. Fue allí, mientras estudiaba, que surgió la primera de sus muchas oportunidades cuando un maestro anunció que la escuela había comprado instrumentos de cuerdas y se requerían alumnos para tocarlos. El  joven estudiante Cordero alzó la mano y en ese instante empezó la extraordinaria carrera musical del quien décadas después, sería reconocido mundialmente como uno de los más ilustres músicos de Latinoamérica del siglo XX.

Los años que siguieron fueron muy importantes para su desarrollo musical, durante los cuales (obviando la realidad de sus humildes recursos y del ambiente musical en Panamá, aún por desarrollarse) el futuro Maestro Cordero, se convirtió rápidamente en un músico destacado, habiendo estudiado principalmente de manera auto-didacta partituras, solfeo y armonía. A la edad de 22 años escribió su primera pieza para orquestra titulada Capricho Interiorano.

Un año antes, en 1938, el reconocido músico panameño, Herbert de Castro y el joven músico Roque Cordero, de solamente 21 años de edad, habían fundado la primera orquesta permanente de Panamá, la cual nombraron Orquesta de la Unión Musical.

El Maestro continuó sus estudios y en 1943, el destino le sonrió al recibir una beca para estudiar música en la Universidad de Minnesota en los Estados Unidos, la cual aceptó inmediatamente aunque no hablaba  inglés. Allí conoció a Dimitri Mitropoulos, director de la Orquesta Sinfónica de Minneapolis, quien al reconocer el talento de este joven panameño, le ofreció pagar sus estudios y gastos en la Universidad de Hamline, ubicada en St. Paul, Minnesota.

En 1950, el Maestro Cordero regresó a Panamá después de haberse graduado con honores de la Universidad de Hamline. Deseaba aplicar sus conocimientos y contribuir al avance de la cultura musical de su país. Durante los siguientes dieciséis años, ejerció como Director del Conservatorio Nacional de Música, profesor de música, y Director de la Orquesta Nacional mientras al mismo tiempo representaba a Panamá en foros y concursos internacionales, recibiendo varios premios, incluyendo el Premio Caro Boesi del Festival Festival de Música Latinoamericana en Caracas en 1956, por su Segunda Sinfonía.

En 1966 aceptó la invitación para ocupar el puesto de Subdirector del Centro de Música Latinoamericana de la Universidad de Indiana y junto a su familia viajó a los Estados Unidos donde estableció su residencia.  Empezó así la siguiente etapa musical de su carrera que abarcarían los siguientes cuarenta y dos años de su vida. Además de compositor, se destacó como pedagogo y por su altruismo al ayudar a jóvenes promesas musicales.  El Maestro Roque Cordero recibió en vida reconocimiento a nivel mundial por sus más de 60 obras, incluyendo cuatro sinfonías y obras para orquesta, solistas y coro.

Durante su trayectoria musical que abarcó más de 75 años, recibió una multitud de premios y homenajes incluyendo, en 1982,  La Gran Cruz de Vasco Núñez de Balboa, otorgada por el gobierno panameño en reconocimiento por sus logros artísticos y por representar dignamente a Panamá a nivel mundial.

El Maestro Cordero siempre demostró un inmenso orgullo de ser panameño. Durante toda su vida no consideró ni por un momento renunciar a su ciudadanía panameña aunque vivió en suelo extranjero por cuarenta y dos años hasta su muerte.  El siempre firmó y se dio a conocer mundialmente como… Roque Cordero, Compositor Panameño.

Evidenció durante toda su vida un gran amor Betty, su esposa y leal colaboradora, hijos, nietos y hermanos. Tuvo muchos y entrañables amigos. Amó a su país al que visitaba con frecuencia. Sobre todo su amor y pasión por la música, la cual impulsó su camino en la vida, puede servir de inspiración a los jóvenes que luchan por alcanzar sus metas.

A la edad de 91 años, y todavía gozando de buena salud y fortaleza excepcional, llevaba una vida plena, activa y productiva. Atendía sus actividades cotidianas, escribía música y se mantenía en contacto con sus muchos amigos. Su muerte, acaecida por complicaciones de una sencilla cirugía nos resultó inesperada.

Él deseaba ser enterrado en su tierra natal. Por eso, cumpliendo su deseo, la familia Cordero ha trasladado su cuerpo desde los Estados Unidos a Panamá. Las honras fúnebres se llevaron a cabo el 16 de agosto del  año 2012, en el cementerio Jardín de Paz.

Ese día, celebramos una vida extraordinaria y digna de admiración… la de un niño pobre que por su inmenso amor y pasión por la música, logró sobreponerse a obstáculos inimaginables para convertirse en una figura legendaria en el mundo de la música nacional y quién dejara el nombre de la  República de Panamá en alto a través de todo el mundo.
 
Celebramos… la vida de Roque Cordero  ¡Compositor Panameño!


Dimitri y Rogelio Cordero (Hijos)
 

* La primera Escuela Nacional de Música - instituida, mediante la primera ley marzo de 1904 –  a partir de 1911, pasó a llamarse Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Esta institución dejó de existir prematuramente tras quince años de labores en 1918. No fue hasta el año 1941, bajo la administración del Presidente Arnulfo Arias Madrid cuando se crea el nuevo Conservatorio de  Música y Declamación y luego, durante esta misma administración, se funda la primera Orquesta Sinfónica Nacional. 
Citado de:
“Apuntes para una historia de la música en Panamá (1903-2003)” de Jaime Ingram Jaén

 


IN MEMORIAM


Mi amigo Roque Cordero
(1917 -2008)
Hace un par de días supe que desde ese amanecer no nos acompañaba en este mundo Roque Cordero, mi colega-compositor con quien nos unía una sólida amistad que superaba el medio siglo por más de una década, desde que nos encontramos en Tanglewood, él como alumno de dirección orquestal de Stanley Chapple y yo de composición de Aaron Copland. Murió en Dayton, Ohio, rodeado de todos los suyos, incluyendo una bisnieta “preciosa”, como me la describió Betty, su mujer.

Roque era un ser privado, se sentía entero en su vasta familia y con sus amigos, con el recuerdo de sus maestros, como Dimitri Mitropoulos, quien lo inició y condujo tanto en la dirección orquestal como en composición, la que estudió más concentradamente con Ernst Krenek.
En este espacio afectivo estableció su existencia y a éste obedeció como músico; para “expresar mis ideas en sonido”, como se lo confesó a un entrevistador. Estas abarcaban una infinidad de motivaciones; el haber nacido en Panamá, su procedencia Guajira, su interés por el folclore de los Cuna, sus conocimientos de las tradiciones musicales de Europa, obtenidos en sus frecuentes viajes a los Estados Unidos y su asimilación de las técnicas de avanzada que conoció en sus estudios en este país, en sus relaciones con muchos compositores latinoamericanos y en su experiencia como director de la Orquesta Sinfónica de su país natal.
De la totalidad de esto floreció la obra de quien en sus primeras creaciones reflejó con finura el impacto del folclore panameño, como en su Sonatina rítmica o sus Ocho miniaturas y luego amplió su espacio al que distingue la singularidad y solidez estilística de su Segunda Sinfonía, la soltura expresiva de su hermoso Tercer Cuarteto de cuerda, la emotividad y trasparencia de su Concierto para violín y orquesta y la grandeza que se nos espera apreciar en su Cantata a la paz; pues después de treinta años de haberla terminado, aún no se estrena.
La obra de Roque Cordero lo expresa todo; habla sin proponérselo de las tradiciones que llevaba en la sangre, de las que descubrió más allá de éstas en sus estudios con Mitropoulos y Krenek, de las que le salieron inesperadamente al paso en el camino de una vida deseosa de conocer. En suscomienzos la “mejorana” y el “tamborito” aparecieron desnudos. Luego se vistieron de lo que él había adquirido del siglo XX en que vivía y más allá fue Cordero solo el que habló. Allí fue donde nos encontramos en el espacio de la música de nuestros días.
Dentro de la gran extensión de una brillante carrera en la música, de su reconocimiento como compositor, del ejercicio de una docencia, de una labor administrativa y de director orquestal, surge este ser privado que escribe para expresarse a sí mismo, desprendido de cuanto su obra pueda representar en el espacio de los nacionalismos tan buscados por los compositores de su generación, de las técnicas y estéticas que aprendió en las aulas, de las preferencias del público a quien se dirigía o de las solicitudes de la política del momento.
Como él lo expresó, el que haya tenido presente a Mitropoulos cuando escribió el Mensaje fúnebre o a Martin Luther King cuando compuso Cantata a la paz, no era con el propósito de “asociar mi nombre al de ellos, para ser reconocido por su relación conmigo o promotor de sus ideas”. Por el contrario, Roque hablaba por sí mismo a través de ellos. Ambas obras fueron compuestas mucho después de la muerte de quienes las motivaron.
La primera expresaba su reconocimiento a cuanto el maestro había contribuido a su formación musical y, la otra, su admiración por el valiente soñador de que los derechos le fuesen reconocidos a todos los seres humanos, sin reparar en el color de su piel o su ancestro. En este rincón de su vida, Roque se encontró consigo mismo. Con su propio color y su procedencia aborigen. Esto me lo mencionó en una conversación con el calor y la sonrisa con que se refería a este tema y expresaba su amistad.
Me dolió perderlo después de tres años (1966-1969) como Director Asistente del Latin American Music Center y como profesor de composición en la Escuela de Música de la Universidad de Indiana. Luego fue nombrado en la Universidad del Estado de Illinois, en Normal, y allí se le otorgó el título de Distinguished Professor, reconocido después de su retiro de la docencia como Profesor Emérito.
Juan Orrego-Salas
Universidad de Indiana,
Bloomington, Estados Unidos
In Memoriam / Revista Musical Chilena
Revista Musical Chilena, Año LXIII, Enero-Junio, 2009